Louis Vuitton y la juventud del Museo de Orsay

Nicolas Ghesquière sorprende cada temporada con algo muy nuevo. Este lunes Louis Vuitton presentó una sastrería fresca y voluminosa, con una actitud Varanasi y unos magníficos estampados con fotomontajes de una juventud ideal.

Eran imágenes que el fotógrafo David Sims había tomado de jóvenes en los años 90, al principio de su carrera.

Jóvenes en plenitud recién entrados en la edad adulta, que aparecían en una docena de looks: en el escote de los vestidos flower power; o cosidos en raso rojo sobre un abrigo blanco acolchado que era a su vez una impresión compuesta por fotos de esos mismos jóvenes. Varios chicos delgados bailaban sobre suéteres con estampado de alfombra pixelada o brillaban sobre gabardinas de lentejuelas.

Lo mejor de todo, sobre varias camisetas de rugby de cuadros gigantes, la última expresión de la obsesión principal de Ghesquière por la moda: casar la ropa deportiva con la alta costura atlética. La mitad de sus propuestas se combinaban con pantalones de montar florales o dhotis con estampado de papel pintado.

El elenco tenía un aspecto súper fresco. De alguna manera, ya fuera con Marc Jacobs o ahora con Ghesquière, Vuitton siempre consigue tener los mejores elencos de París.

«Esta colección está dedicada a la juventud, con la esperanza de que pueda mantener la poesía no resuelta de la adolescencia como una prenda impecable, con todo su vívido romanticismo, inspirando el idealismo, la esperanza en el futuro, en un mundo mejor, y sus sueños de perfección», explicó el diseñador.

Como suele ser habitual, Vuitton consigue las mejores ubicaciones, poniendo de manifiesto el poder de la marca de lujo más rentable de Francia. Esta temporada, el desfile se celebró en el Museo de Orsay. El museo de arte del siglo XIX y su planta baja repleta de estatuas fue el escenario ideal para Ghesquière y su estilo que mezcla épocas. En otro movimiento inteligente, la casa consiguió reservar L’Orangerie para futuras temporadas.

El desfile comenzó con unas proporciones un tanto exageradas: enormes pantalones anchos, chaquetas de cuero de aviador, camisas militares y varias corbatas florales. Sin embargo, todo tenía un aire despreocupado y muy parisino. Más adelante, surgió una cierta confusión con unos chalecos peplum con enormes tentáculos hechos con lo que solo podría describirse como lana bouclé al estilo Chanel.

Dicho esto, la colección en su conjunto fue una declaración audaz y memorable.  La novedad más destacable fue la apuesta de Nicolas por los volúmenes, que consiguió hacer muy suyos. Los blazers tipo cocoon combinados con chalecos de gran tamaño, todos ellos con grandes solapas.  También destacó un cuarteto de vestidos de punto de lurex y lana con profundos bolsillos laterales combinados con cuellos altos que resultan imprescindibles.

Celebrando lo que Ghesquière denominó: “La impermanencia y la hermosa volatilidad de la adolescencia».

Puede que la casa haya tenido que cerrar todas sus tiendas en Rusia, pero la sensación en el desfile fue de total confianza cuando Ghesquière salió a saludar.

La presentación estuvo acompañada por una banda sonora electrónica que incluía Far Away de Julianne Wolf, un buen título para esta colección. Porque esta fue, de lejos, la colección más inesperada de París, una marca gigante en la que el diseñador sigue experimentando. De hecho, se espera que lo haga.

 

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