La vida real, le ganó a la ficción

Mauricio Balderas Villicaña

Autor: Lic. Mauricio Balderas Villicaña.

Hace unas semanas, los niños armados en Chilapa de Álvarez en el Estado de Guerrero se hicieron viral en redes sociales. Ya que son pequeños de entre 6 y 15 años, que en su mayoría quedaron huérfanos, después de que algún conflicto armado entre la delincuencia organizada acabó con la vida de sus padres.

En ese contexto de violencia cíclico, el mes pasado del año en curso, fueron asesinados diez músicos indígenas de la región. De acuerdo con el informe presentado por los peritos de la Fiscalía General del Estado de Guerrero, no se encontraron casquillos percutidos en el lugar.

Un total de 8 viudas y 23 huérfanos fue la nota que rápido dio la vuelta a México y el mundo.  

Esto llegó a atiborrar la paciencia de la policía comunitaria y a los pobladores del Municipio que se encuentran acorralados por bandas del crimen organizado, que los explotan con el cultivo de amapola del que obtienen más ingresos que de cualquier otra actividad. 

Ahora bien, una terrible nota de cómo es posible que un ciudadano de a pie sea quien este capacitando a los pequeños para el uso de la fuerza de un arma de fuego, con la finalidad de que ellos sean quienes brinden la seguridad a sus familias y comunidad, ya que se vive en el desamparo del Estado, y a veces hasta en el olvido de Dios. En verdad señores, esto no debería de pasar ahí ni en ninguna otra parte del mundo.

Ante este panorama indignante e inaceptable, es inevitable que surjan algunas preguntas, tales como:  

¿El sujeto cuenta con alguna formación policial para que pueda capacitar a los niños?

¿Quién debe garantizar la seguridad en la región?

¿Qué diferencia tiene este Municipio a los otros que no pueda ser atendido de la misma manera?

La legislación es clara al respecto, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM), en su artículo 21 fracción IX nos dice que la seguridad pública es una función del Estado a cargo de la Federación, las entidades federativas y los Municipios, cuyos fines son salvaguardar la vida, las libertades, la integridad y el patrimonio de las personas, así como contribuir a la generación y preservación del orden público y la paz social, de conformidad con lo previsto en esta Constitución y las leyes en la materia. La seguridad pública comprende la prevención, investigación y persecución de los delitos, así como la sanción de las infracciones administrativas, en los términos de la ley, en las respectivas competencias que esta Constitución señala. La actuación de las instituciones de seguridad pública se regirá por los principios de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez y respeto a los derechos humanos reconocidos en esta Constitución.

Al ser Chilapa una ciudad que se ubica en la región centro del estado de Guerrero y está localizada a unos 54 kilómetros de Chilpancingo, sobre la carretera federal que conduce a Tlapa de Comonfort; y al hacer énfasis en que el crimen organizado sigue estando presente en el Municipio, arrebatando la tranquilidad y la preocupación de los habitantes y turistas, es evidente la ausencia del gobierno municipal y estatal. Los datos no mienten y el resultado es que la violencia sigue al alza.

Exhorto de manera muy atenta, respetuosa, pero firme, a las autoridades federales y del estado de Guerrero para que adopten medidas pertinentes a la brevedad con la finalidad de proteger los derechos de niños y de los adolescentes, quienes fueron presentados en días pasados por la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias de los Pueblos Fundadores (CRAC-PF). No podemos permitir que estos pequeños participen en la utilización de armas de fuego y peor aún, dentro de un grupo de autodefensa.

Debemos dejarlo muy en claro, a las nuevas generaciones hay que alejarlas de los videojuegos que ocasionan violencia, de algún vicio, adicción, de las armas o de alguna otra cosa que les afecte en su desarrollo como personas. Atendamos juntos las causas desde todas sus aristas, comenzando en la familia y la escuela, para darle fin al problema. Nada nos deja la brutal tradición de sangre que priva a los pueblos y por el interés superior de la niñez, valen la pena todos los esfuerzos.

*Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de la Revista Líderes Generando Líderes o de alguno de sus integrantes.

  

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