El río Chiquito está vivo. En él viven miles de macroinvertebrados que dan sentido a su existencia, lo alimentan, lo sanan. Sin ellos, el río Chiquito moriría, y con él, una majestuosa salamandra que vive en su cauce, nombrada científicamente como Ambystoma ordinarium, comúnmente conocida como Salamandra Michoacana o Ajolote Michoacano. EL AJOLOTE MICHOACANO EN EL RÍO CHIQUITO DE MORELIA.
La microcuenca del río Chiquito también está viva, a pesar del crecimiento urbano, la agricultura, la ganadería y la contaminación por aguas residuales.
Estas actividades antropogénicas han impactado a la microcuenca y al río Chiquito, y por ende a las especies de flora y fauna, no endémicas y endémicas (como el caso del ajolote). Algunas especies sobreviven incautas. Otras, necias, se niegan a morir.
En Michoacán, hay 547 especies de flora y fauna, de las cuáles 296 se encuentran en la Cuenca del Lago de Cuitzeo; 133 especies en la microcuenca del río Chiquito; 90 especies están situadas en la Loma de Santa María y 102 en la Zona de Restauración y Protección Ambiental Loma de Santa María y depresiones aledañas.
Según los registros, en la microcuenca del río Chiquito hay al menos 12 especies endémicas tanto de flora como de fauna, sumadas a cinco que se encuentran en peligro de extinción, que pertenecen a la Loma de Santa María y otras cinco, que están en protección especial que se encuentran en la Zona de Restauración y Protección Ambiental Loma Santa María y depresiones aledañas.
En el caso del río Chiquito, como todos los ríos, es un ecosistema alimentado por las aguas subterráneas y superficiales, por su cauce con sus componentes físicos y químicos, por la zona de ribera en la que se encuentra y también, no por ello menos importante, por todos los organismos que habitan en el río y que interactúan entre ellos.
Este tipo de organismos ayudan a la resiliencia y salud del cauce y son utilizados para monitorear la calidad de agua de los ríos.
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