El hombre-coyote de Tacámbaro, fue recientemente recuperado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) luego de estar en posesión de un particular durante 30 años.
En las cabeceras del señorío tarasca se habían encontrado anteriormente esculturas de coyotes, aunque de menor tamaño ya que todos oscilan entre los 40 y 50 centímetros de altura, dando a pensar que era un animal muy importante para la cultura tarasca.
Esta escultura sorprendió a los arqueólogos debido a su tamaño ya que está hecha en basalto a escala natural con 1.08 metros de altura y 45 cm de ancho.
Los investigadores del INAH mencionaron en su informe que solo los chacmoles de Ihuatzio superan este nuevo descubrimiento en tamaño, haciéndolo aún más impresionante.
La última dinastía conocida en Tzintzuntzan, una de las cabeceras del señorío, fue la de los uacúsecha, el “linaje del águila”. Cerca de este pueblo prehispánico, estaba la comunidad de Ihuatzio, “lugar de coyotes”, y es aquí donde se han encontrado la mayor cantidad de esculturas, todas de coyotes, poniendo en duda los nombramientos de “señor-águila”.
La escultura se encuentra en el Centro INAH Michoacán, donde es resguardada para su restauración e investigación para volver a estar en condiciones de exposición tanto para los locales como para los turistas.
Por Mariel Méndez
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