El castillo de Écouen, ubicado a unos veinte kilómetros al norte de París, se erige majestuosamente sobre la llanura del País de Francia y el bosque de Chantilly. Este imponente edificio, que alguna vez fue la residencia de Ana de Montmorency, un destacado mecenas del Renacimiento. Actualmente, alberga el Museo Nacional del Renacimiento.
En sus salas se conservan tesoros artísticos que reflejan el poder y el gusto refinado de Montmorency, ofreciendo una ventana fascinante al esplendor de la época.
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Los Antiguos Recidentes
Ana de Montmorency, un destacado coleccionista y magnate del Renacimiento, construyó su fortuna con astutas adquisiciones, un matrimonio estratégico y la favorabilidad real. Al fallecer en 1567, poseía alrededor de 130 castillos y varias residencias, incluida una en París decorada por Niccolò dell’Abbate. Entre sus logros arquitectónicos están el pequeño castillo de Chantilly y el puente galería de Fère-en-Tardenois, diseñados por Jean Bullant. Sin embargo, su obra maestra es el castillo de Écouen, erigido sobre un antiguo castillo medieval y terminado en 1555. Este majestuoso edificio, embellecido con artes decorativas de renombre, fue propiedad de su familia hasta 1632 y luego pasó a los Condé; el castillo siguió siendo parte de su patrimonio hasta la Revolución.
Revolución
Durante la Revolución Francesa, el castillo de Écouen tuvo varios usos, funcionando como lugar de reunión, prisión militar y hospital. En 1805, Napoleón Bonaparte lo transformó en un centro educativo para las niñas de la Legión de Honor, dirigido por Madame Campan. La escuela, que educó a miles de niñas hasta 1962, cerró cuando el castillo se convirtió en sede del Museo Nacional del Renacimiento en 1977. Tras una meticulosa restauración, el museo abrió sus puertas con colecciones destacadas, incluyendo el famoso tapiz de David y Betsabé. La capilla de Écouen, iniciada por Ana de Montmorency, refleja la riqueza decorativa y el esplendor arquitectónico de la época renacentista.
Tiempo Después de la Revolución
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