Desde los fastos con motivo de la Exposición Universal de 1992, bajo cuyo marco se llegó a celebrar aquel embrujo de espectáculo coral en el que Rocío Jurado, Juanita Reina, Imperio Argentina, Nati Mistral y María Vidal unieron sus voces para dar cuerpo y alma a “Azabache”, la ciudad de Sevilla no vivía noches como la de ayer. Día del Corpus Christi, en el que la célebre casa de modas francesa Dior terminaba desvelando su tan esperadísima colección Crucero 2023, con la emblemática Plaza de España, uno de los rincones más icónicos y de mayor ensueño de la capital hispalense, como telón de fondo de un sensacional desfile que supo brillar de la mano de unas prendas de hondas raíces españolas.
Agasajando a su cerca de millar de invitados al evento, entre los que no faltaron nombres especialmente conocidos de la alta sociedad y del mundo de la moda como los de la empresaria Marta Ortega, presidenta no ejecutiva de Inditex; el de la supermodelo Elle Macpherson y su hijo Cy; el de Stella Banderas Griffith, hija de Melanie Griffith y de Antonio Banderas; el de Victoria Federica, sobrina del rey Felipe VI, que asistió e compañía de su padre Jaime de Marichalar; los de Eugenia Martínez de Irujo, duquesa de Montoro, y el de su hija Cayetana Rivera; los de actrices como Belén Cuesta, María Pedraza y Georgina Amorós; o los de influencers como Alejandra Domínguez o el de la internacional Chiara Ferragni, Dior transformó parte de la explanada de la Plaza de España en una suerte de “Feria de Abril” de coto cerrado. Un ambiente construido en una tan bella como necesaria veraniega paleta de blancos y azules, desde el que, contando con hasta el más mínimo de los detalles —incluidos los de su propia portada y casetas—, se encargó de recibir a los asistentes entre canapés, copas de champán y farolillos.
Una revisitación de lo español, con hondo sabor francés
Tal y como estaba previsto por la casa de modas francesa, ligeramente ya pasadas las 22:15 de la noche, momento en el que las temperaturas sobre la capital hispalense se atenuaban con la caída del sol, y una vez que los invitados al evento ya ocupaban sus respectivos asientos frente al canal que entrecruza la plaza, se daba finalmente paso al inicio al desfile. Un evento que pudo seguirse, de manera global, a través tanto del canal oficial de Dior en YouTube como de su página online oficial, y que arrancaba al son de una pareja de bailaores de flamenco, hombre y mujer, apostados frente al arranque de los puentes centrales de la plaza.
Acompañados de la maestría de un coro de 50 bailaoras lideradas, según se han encargado de adelantar desde el medio local del ABC de Sevilla, por la coreógrafa granadina Blanca Li, y de la de la Orquesta Bética Filarmónica de Sevilla, que interpretó para la ocasión una banda sonora creada ex profeso por el compositor español Alberto Iglesias, y a cuyas piezas que se intercalaron canciones de Rosalía como “Di mi nombre” y “Bulerías”, la pareja de bailaores se encargaron así de acompañar a cada una de las brillantes creaciones ideadas por Maria Grazia Chiuri, directora creativa de las colecciones femeninas de Dior, para esta colección Crucero de 2023. Unos diseños que brillaron sobre una hermosa Plaza de España iluminada por la noche sevillana y por el manto de claveles rojos que inundaba cada uno de sus embrujados rincones, en lo que ya constituía todo ello en sí mismo, junto al ritmo del zapateado de los bailaores, una buena síntesis de las singularidades de esta última propuesta firmada por Chiuri para la casa francesa.
Una colección crucero que de esta suerte, ya no solamente es que volviera a mostrarse como la manifestación de esos propios valores y de ese elevado “savoir-faire” del que hace tan buena gala la Maison y sus equipos de artesanos colección tras colección; sino que a su vez, y en un armonioso diálogo entre lo francés y la esencia española pocas veces visto y resuelto antes con tal brillantez, se elevaba como una moderna y más que potente reivindicación de todo lo español. Característica esta que, y a la vista del alto valor de la propuesta, hace que esta colección se termine presentado como el ejemplo a seguir y más a tener en cuenta, por todos aquellos diseñadores españoles —y no son pocos— que se muestran decididos en la actualidad a tratar de reinterpretar las “esencias” históricas nacionales, para dar paso a una nueva moda de raíces tan españolas, como actuales y modernas. Y todo, gracias a la decisión de Chiuri de abrir Dior a una esencia y a una cultura españolas, con lo que ha logrado sacar brillo a unos tópicos nacionales que guardaban siglos a la espera de ser desempolvados, reivindicados, reinterpretados y resueltos, frente al olvido al que los habían radicado el habitual sentimiento de desidia que reina a nivel nacional hacia todo lo relacionado con su historia y su cultura.
Tributo a Carmen Amaya
Entrando a desgranar más en detalle las singularidades que ofrece y sobre las que se ha terminado de armar esta colección Crucero 2023, como motivo inspiracional central del imaginario de Chiuri para esta colección, la diseñadora italiana a puesto su atención en la figura de la célebre bailaora de flamenco Carmen Amaya, “La Capitana”. La mujer que supo elevarse como la revolucionaria del género, y a la que ha situado en el punto principal de esta revisitación de los tópicos españoles, junto a las obras y los nombres de otros simbólicos artistas nacionales como Goya o el poeta Federico García Lorca, e hilando todo ello finamente con la propia historia de la Maison francesa.
Una combinación de influencias venidas de culturas distanciadas por la lejanía de los siglos y de las tradiciones, que Chiuri no obstante ha sabido admirablemente coser, recurriendo para ello a incluir referencias más actuales como la de la Duquesa de Alba. Haciendo aquí referencia no a la Duquesa de Goya, sino a la de Sevilla, Las Dueñas y la Feria de Abril, y quien se presenta ya aquí como un personaje a celebrar, cuya personalidad única y cuyos estilismos a lo largo de las décadas —tan aplaudidos como en ocasiones comentados— se le mostraron a Chiuri como modelos de inspiración para las emociones y sensaciones que ha tratado de transmitir desde esta colección.
“El icono de esta colección es La Capitana, el apodo atribuido a Carmen Amaya”, quien, “con su libertad para bailar, despojada de toda regla, representaba la esencia misma del flamenco”, entran a subrayar desde la propia casa de modas francesa. “Artista de movimientos singulares y revolucionarios”, Amaya “fue la primera bailaora en vestirse con ropa de hombre, combinando así poder y fragilidad a través de su arte”, y logrando con ello expresar “como nadie el alma de España” y encarnando “aún hoy”, añaden, “una feminidad consciente y plural”.
Partiendo así pues de Amaya como “alma” de la colección, la directora creativa de las líneas femeninas de Dior terminaba por trazar para esta colección y este espectáculo, un viaje que marcha “desde el vestido de alta costura ‘Bal à Séville’ de la colección Primavera/Verano de 1956 —diseñado por Christian Dior— hasta la Plaza de España”, un espacio construido “para la Exposición Iberoamericana de 1929 como crisol de las culturas que han dado forma al país y en representación de su pluralidad”. Un recorrido por “lugares reales y metafóricos” en el que se “trascienden” las fronteras de lo físico, y para cuya primera etapa de ideación la diseñadora se lanzaba a reconcebir “los códigos de vestimenta que inspiran la moda”. En esta ocasión, de la mano de un imaginario al que terminaba sumando las influencias de “los claroscuros de algunos cuadros de Goya” y “los versos de Federico García Lorca”, para terminar así abriéndose a “un proceso creativo” en el que “aunaba fascinación, homenaje, interpretación y restitución” de la esencia española, recurriendo para ello igualmente a “otras referencias”, como la figura de la Duquesa de Alba.
Colaboración con la artista valenciana María Ángeles Vila Tortosa
Como resultado de esta suma de referencias e influencias, y con la Plaza de España como telón de fondo, desfilaron por la noche sevillana un mar de diseños primorosamente elaborados de marcada huella española, construidos en una paleta cromática que fluía entre una orquesta de rojos y granates, junto a negros azabaches, ocres y tonalidades arena. Tonos que evocaban con su intensidad a elementos y tradiciones íntimamente igualmente ligados a lo español, con esos rojos hablando de esos claveles que son la flor nacional, y que bañaban en el mismo color la propia plaza en la noche de ayer; con el negro que siempre ha sido símbolo de la historia de España, y que portaron como motivo de distinción algunos de los más ilustres reyes de su historia; o con esos oros que beben directamente de los bordados de los mantos de vírgenes como la de la Macarena.
Y si tan española resultaba esa combinación cromática, que más allá de esas referencias puede igualmente terminar asimilándose a los colores de la denominada fiesta nacional, con el negro del toro, el rojo de su sangre y los ocres y arenas del coso, también lo eran los cortes y las siluetas de cada una de las prendas creadas por Chiuri. Unos diseños entre los que no faltaron voluminosos vestidos adornados con volantes, bordados y transparencias; pantalones inspirados en las perneras de los rejoneadores; vestidos, faldas y conjuntos brocados en oro como una suerte de reinterpretación de esos mantos de las vírgenes; o multitud de reinterpretaciones y de referencias al atuendo torero, con sus toreras y pantalones de tiro alto y abotonados.
De entre las prendas de la colección, se terminan por destacar de manera singular una serie de piezas elaboradas a partir de los grabados de la artista española, afincada a medio camino entre Valencia y Roma, María Ángeles Vila Tortosa. Quien, siguiendo con el ánimo de Chiuri de colaborar con destacados artistas independientes, y en especial con aquellos que le permitan poner en valor la creatividad y el talento local de aquellos lugares desde el que presenta sus colecciones para Dior, se convertía en la artista invitada de esta colección Crucero de 2023, mediante la elaboración para la Casa de una serie de carteles inspirados en la misma figura de Carmen Amaya que ha actuado a modo de corazón de la propuesta. Creaciones que posteriormente Chiuri y los equipos de artesanos de Dior se han encargado de terminar llevando a esas piezas de tonalidades arenas que se encargaban de ir cerrando el desfile.
“Estos montajes, estos shows que inventa Maria Grazia Chiuri en los que une las artes, une la performance, la música, la danza, sus creaciones, colaboraciones con artistas, la artesanía” y con los que “recupera todo lo que local allá donde va, creo que es un cóctel super potente”, no dudaba en remarcar a este respecto la propia Vila, desde su papel como protagonista del vídeo elaborado por Dior como adelanto de este desfile en Sevilla. Un evento para el que, explica la artista valenciana, “Maria Grazie me pide que haga unos trabajos inspirados en el arte de Carmen Amaya” y “en los carteles que se suelen ver en Sevilla”. Unas piezas para las que Vila opta por hacer uso de elementos “tópicos y típicos del folclore español, y de lo que también es mi cultura”, como “las peinetas, las flores, las cenefas” y “todo lo que a mi me persigue desde que yo era pequeña”. En este sentido, “es muy evidente en mi trabajo mis raíces españolas”, referencias que ahora a puesto al servicio de reivindicar “la fuerza” y “la determinación” de una Carmen Amaya que “es fuego, es estado puro, es alma, y para mi es empoderamiento”. A reivindicar la figura de quien daba una patada, vestida con esos provocadores pantalones y con ese look masculino, en lo que “interpreto como un símbolo de empoderamiento” y “como una patada a lo que es el mundo patriarcal”. “Probablemente ella estaba simplemente bailando flamenco” apunta Vila, “pero yo lo interpreto de esa forma”.
En cuanto Dior, desde la casa francesa describen este desfile como “un encuentro de emociones e intenciones”, desde el que se ha tratado de transmitir la idea de una moda “en la que lo cotidiano y lo extraordinario van de la mano” y cuyas “creaciones celebran las múltiples visiones de la feminidad”. Explicando igualmente, y poniéndolo negro sobre blanco, como entre las demás referencias de esta colección Crucero, entre otros motivos, “los looks evocan a la Duquesa de Alba, un personaje legendario que montaba a caballo con Jackie Kennedy con su chaquetilla, pantalones de talle alto y sombrero de ala ancha calado en ángulo”, y “sin olvidar la presencia del rojo, el negro y las mantillas”. Mientras que, como bien ya apuntábamos, “la profusión de bordados que adornan los vestidos de la venerada Virgen de la Macarena adquiere el papel de ritual sagrado” en un baile de piezas que elevan “el cuerpo al estatus de icono”.
Como demás detalles a destacar de esta colección, nos encontraríamos con la revisitación de un mantón de Manila que “cuenta las historias y los viajes de las comunidades que lo crearon y lucieron”, y con prendas y elementos igualmente claves de la colección, como “los trajes masculinos de raya diplomática, los pantalones con tirantes, los chalecos forrados de seda, las camisas blancas, los pantalones de jinete andaluz, las chaquetillas adornadas con cierres brandeburgo”, o “los boleros recortados que hacen la silueta aún más esbelta” y “las mangas que se acampanan como si fueran una capa”. Piezas que encontramos confeccionadas en materiales como ese “tafetán brillante”, en rojo, amarillo, ocre y negro, que “se esculpe en exuberantes faldas que recuerdan tanto a Dior como a España”, mientras que “los volúmenes cuidadosamente estudiados elevan los contrastes”, los encajes adoptan “múltiples formas” y dibujos, y, nuevamente, la chaqueta Bar, la pieza más icónica de la historia de la casa de modas francesa, “se reinventa”, en esta ocasión para presentarse delicadamente elaborada en “terciopelo negro bordado con varios hilos de oro”.
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